18 agosto, 2007

Literas, noodles y un país por comprender

La China que veo pasar fugazmente al otro lado de la cerrada ventanilla está llena de verde y rojo. El primer color es el de sus campos, cultivados casi en su totalidad, y el segundo no es por la bandera, sino por los ladrillos. No hay un solo pueblo de los que vuelan alejándose de mi mirada que no presente uno o dos edificios en distintos estados de construcción. Las estructuras rectangulares parecen un fruto más de la tierra, a juzgar por su continuada y preferida presencia. Este país es un gigantesco mercado, un complicado puzzle de mayorías y minorías étnicas, aspiraciones no satisfechas, corrupción generalizada y un nada oculto deseo de obtener prosperidad personal y de mostrarlo ostentosamente.

Bajo la bruma de la mañana, el tren numero T100 avanza en dirección a Shanghai mientras el especiado olor a ''noodles'' (fideos) y el masivo ruido de sorberlos se propaga por el vagón. Ocasionalmente también lo hace el humo de algún cigarrillo, pues aunque no se puede fumar en la zona de los compartimentos, si está permitido hacerlo en cada extremo del vagón, una vez pasados los baños. Y todas las ventanas están cerradas.



El compartimento número 7 y arriba a la derecha, mi cama, la número 14. Tres literas a cada lado y en el medio una pequeña mesa bajo la cual hay un termo de agua caliente. Se aprecian dos cosas, la luz de lectura individual y cómo se reduce el espacio entre literas desde la de abajo hasta la de arriba. No se nota la altura de la última litera, unos dos metros, ni que la luz individual está tan cerca del colchón que esa noche me golpeé la cabeza media docena de veces.



Me decía ayer John (un profesor de ingles oriundo de Canterbury y que había estado enseñando su idioma natal en, ¡que pequeño es el mundo!, la capitalina Oviedo, con el que entablé conversación durante el viaje) , que antes era mucho peor pues se fumaba en todos los rincones, incluyendo los pasillos de la zona de literas (cuyos compartimentos carecen de puertas). Una nube gris lo cubría todo y el aire era irrespirable, sin que a nadie pareciera importarle lo mas mínimo. Y todas las ventanas estaban cerradas.

Me ha prevenido contra algo que yo había leído y que el me ha confirmado como una realidad y no un estereotipo, aunque haya disminuido en ciudades como Beijing. Se trata de la generalizada costumbre de escupir, sin importar donde se está o a quien se tenga al lado. Cuestión de cultura y de educación, aunque los gérmenes no entienden ni de lo uno ni de lo otro. El caso mas ''sonoro'' me lo he encontrado mientras hacía cola para comprar el billete de metro, en el interior de la estación, cuando el carraspeo del chino que tenia al lado terminó en una blanca masa salivosa que dejó caer al suelo con la mayor naturalidad. Y eso que está prohibido. Lo que no lo está, y se hace también abiertamente y en público, es eructar ruidosamente tal y como comprobé ayer después de la hora de cenar y hoy tras el desayuno.


En esta fotografía se puede apreciar la distancia entre la litera de arriba y el techo del compartimento, bastante mayor que la existente en el caso de los ferrocarriles vietnamitas (como el Hanoi-Sapa). Mis mochilas, a un lado, y parte del equipaje de los otros viajeros, bajo la rejilla del siempre encendido aire acondicionado. No se pierdan el detalle de mis cómodos calcetines verdes.



Y aun así las ruedas de la milenaria china conducen a este país hacia el siglo XXI, queriendo confirmar todos los análisis que la consideran la futura potencia mundial. Y los engranajes de esas ruedas de vez en cuando requieren ''grasa'' para su correcto funcionamiento. El viscoso material se presenta en forma de billetes bancarios, para acelerar o garantizar una resolución administrativa o agilizar un tramite burocrático. Dado que los sueldos son bajos (incluso los de profesores universitarios o directores de sucursales bancarias), cualquier ingreso no ordinario suele ser bienvenido. Después de todo, cuando un funcionario de bajo nivel ve que muchos multimillonarios, propietarios de fabricas, casinos y hoteles resultan ser familiares directos de altos cargos del corrupto Partido Comunista, como van a rechazar ellos lo que sus jefes y líderes han abrazado directa o indirectamente?

Otro estereotipo que me confirma John es el del racismo de estas tierras. Los negros, por ejemplo, son poco mas que animales, aunque los blancos somos distintos, tal vez por la potencia económica de Europa y la militar de Estados Unidos, amén de nuestros siglos de Historia con descubrimientos científicos y exploraciones a lo largo y ancho del globo.





El vagón número 5 del tren T100. A un lado del pasillo, los compartimentos con 6 literas cada uno. Al otro, unos pequeños asientos plegables y sus correspondientes mesas de reducido tamaño




No relacionado con lo anterior, pero superando el nivel de anécdota para llegar al de tragedia surrealista, es el proceso para contraer matrimonio. Primero es necesario conseguir un permiso administrativo para, a continuación, someterse ambos y futuros cónyuges a un reconocimiento medico. En el caso masculino, eso incluye un recuento de espermatozoides y un estudio de su motilidad. En el caso femenino, se certifica si la novia es o no virgen y el novio puede rechazarla libremente en caso de que no lo sea. Si el amor triunfa sobre las connotaciones del rasgado hímen, entonces pueden comenzar los preparativos para solicitar el matrimonio civil.


En los servicios encontramos una práctica redecilla para depositar el móvil mientras estamos...agachados. El recipiente de plástico que vemos en la fotografía se llena de agua y se vierte en la taza, cuando hemos terminado, aunque en realidad no hay taza, sino un agujero en el suelo.


Nota: La ruta Beijing, Shanghai, Hong Kong está
perfectamente comunicada por vía ferroviaria. En lugar de dirigirme directamente hasta la capital china, opté por tomar el tren hasta Shanghai, donde pasaré unos días y luego cogeré otro expreso en dirección a la antigua Pequín. Hay dos clases básicas de compartimentos, ''hard sleeper'' y ''soft sleeper'' conforme a su designación anglosajona, litera dura y litera blanda seria la traducción al español. El segundo es el mas cómodo, con sólo dos literas a cada lado y lujos como pantallas de televisión. También es el más caro, con casi el doble de precio. El primero, el más barato y el único que se pueden permitir la mayoria de los chinos, tiene tres literas a cada lado, variando de precio (disminuyendo) desde la de abajo hasta la de arriba. Por razones de estatura y comodidad, ellos prefieren la primera o la de enmedio. Los extranjeros (que van con el presupuesto ajustado) y los que compran a ultima hora son los que acaban en la de arriba. Para los billetes infantiles, lo que cuenta es la estatura de las criaturas ya que según midan menos de 110 o de 140 cm pagarán una cantidad distinta (gratis en el primer caso, la mitad del billete en el segundo, y el billete completo si se supera esa altura).

En la estación (y hablo por la de Hong Kong) hay que presentarse unos 45 minutos antes de la hora de salida para pasar el control de aduanas (si no se tiene previamente la visa para China, no se embarca). A la hora de salida (con diez minutos de retraso en nuestro caso), una asistente pasa recogiendo los billetes y entregando en su lugar una tarjeta de plástico con la información de vagón y litera. Antes de llegar a Shanghai, pasará a recogerlas y volverá a entregarnos nuestro billete original. En los compartimentos (11 en cada vagón, con 6 personas en cada uno) hay una mesa y bajo ella un termo con agua caliente para poder preparar el te. Con cierta frecuencia, la asistente (una por cada vagón) pasara rellenándolos. también a primera hora de la mañana aparece el correspondiente empleado con un carrito para el desayuno de los que quieran comprarlo y consumirlo mismo (también hay un vagón restaurante, donde se acaba jugando ruidosamente a las cartas hasta altas horas de la madrugada). Un estuche con fideos y carne y un bol con una especie de grumosa sopa de arroz serán la primera comida del día para algunos. Como en cualquier parte del mundo, hay gente que se trae su propia comida y como estamos en China esa suele ser un recipiente con fideos instantáneos, así que hay un deposito de agua hirviendo para añadírsela. Se cierra la tapa, se esperan dos minutos y ya tiene usted listos para servir unos deliciosos ''noodles'' sabor a pollo o a ternera.

Por cierto, a las siete de la mañana vuelve a sonar la música en los altavoces, por si alguien no se había percatado de que es hora de levantarse.

Y a las doce del mediodía, con unos cincuenta minutos de retraso, llegábamos a esa gigantesca y bochornosa urbe que es Shanghai, donde ahora me encuentro.


(Escrito por Él parcialmente desde las alturas de la litera 14, compartimento 7, vagon 5 y finalizado en casa de Sierra, Shanghai, China, el 15 de agosto de 2007)

2 comentarios:

María José dijo...

Me parece opresivo todo:el vagón, la comida,la temperatura.....es como estar con una camisa de fuerza permanente.
Eructos,escupitajos....en fín, una vez más la realidad supera la ficción.
Creo que lo más bonito debe ser el paisaje de arrozales y el sol naciente.
Desde que me enteré de que los chinos hacen huelga trabajando más,supe que eran muy,muy raros.
Debe ser bastante jodido tener a un chino como compañero de trabajo.
Y no por ser chino,sino por pensar "chino"

avistu dijo...

Hola bluemoon,

Por un lado, es cuestion de educacion, entendida como la que se les proporciona, no como la que ignoran. Si nadie les explica los problemas de salubridad ocasionados por las flemas, ellos no van a cambiar de actitud.

Por otro lado, es cuestion de cultura, entendida como el conjunto de usos y costumbres que caracterizan a una determinada poblacion. Ellos sorben la sopa para demostrar lo sabrosa que esta y eructan despues de comer para mostrar abiertamente (nunca mejor dicho) que el plato les ha dejado completamente satisfechos.

Nosotros hemos optado por otras maneras de comunicar nuestra estado de plenitud y satisfaccion por los manjares. No digo que nosotros lo hagamos mejor, pero a mi me han educado de otra manera a a la suya.

Y que conste que lo pase muy muy mal cuando, en un viaje en autobus, se hizo una parada y todos, hombres y mujeres, se pusieron a escupir casi por turnos y cada cual mas ruidosamente. Se me revolvia el estomago de verlo...y oirlo.

Pero si uno elige voluntariamente viajar a China, esto es lo que le espera.

Un saludo,

Jose

PD: Creo recordar que lo que se conoce como "huelga a la japonesa" es un exceso de productividad que proviene del pais del sol naciente y los telefonos menguantes. En el pais de los esputos optan por trabajar como chinos. O a lo mejor no es una opcion, sino lo unico que les ofrecen las fabricas locales y las empresas multinacionales.

(Escrito por el desde Ulaan Bataar, Mongolia - donde no hay censura china que valga - despues de 1450 km y casi dos dias de viaje en autobus, jeep y tren desde Beijing, el 31 de Agosto de 2007)