Con pompa y esplendor, con la participación de
miles de bailarines, actores y figurantes. Con la presencia de Jefes de Estado, de Gobierno, Altezas Reales, Diplomáticos, Millonarios, Empresarios y Ministros.
Cien mil efectivos del Ejército de Liberación Popular,
400.000 policías y voluntarios y vecinos que hacen las veces de "chivatos" están desplegados por la capital, sobrevolada por helicópteros que maniobran en círculo sobre el centro de Pekín.
Con un espectáculo de luz, color y sonido que hará empalidecer los de ediciones anteriores, mañana se celebrará la gala de apertura de los
Juegos Olímpicos 2008 en Beijing.
Televisiones de todo el mundo conectarán en directo para ofrecer el espectáculo a millones de personas en Asia, Oceanía, África, América y Europa. A través de Internet, podrán verlo otros varios millones, en teléfonos y ordenadores, en casa y en el trabajo.
Pues bien, yo no seré uno de ellos.
Yo no pienso ver la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos.No estoy en contra de los Juegos Olímpicos, no estoy en contra de los deportistas, no estoy en contra del espíritu de los JJOO, y por eso, aunque puede que siga alguna de las competiciones, no voy a ver la inauguración.
¿Por qué? Razones no me faltan, y tienen nombres como Darfur, Tíbet, Tiananmen o Birmania.
El gobierno de China, y su régimen de dictadura comunista, ha encontrado en el consumismo el nuevo opio del pueblo y son ellos los que se lo proporcionan. Para mantenerse en el poder, con
pan et circus, necesitan energía y materias primas. Y para conseguirlas no repara en nada, ni en aliarse con otros asesinos.
Apoya al gobierno de Sudán y sus milicias, empeñado en negar la importancia (y la ayuda para resolverla) de la
crisis humanitaria de Darfur, con más de 300.000 fallecidos y 2,5 millones de refugiados. China tiene lazos importantes con el régimen africano por el oro negro, que supone el 75% de los ingresos del país, y ha realizado millonarias inversiones en su industria petrolífera. A cambio, hace la vista gorda sobre las violaciones de los derechos humanos.
En el año 2004, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impuso un
embargo de armas a todos los grupos combatientes en Darfur, y al año siguiente lo extendió al Gobierno. Sin embargo, China ha vendido en la zona alrededor de 150 millones de dólares en armas en la última década. Según la ONU, China ha sido la responsable de suministrar el 90% de las armas ligeras de Sudán entre 2004 y 2006.
El Tíbet vivió sus peores protestas contra China en dos décadas el pasado marzo, en las que según Pekín murieron una veintena de civiles, mientras que el gobierno tibetano en el exilio dice que fueron más de 200 los muertos por la
represión militar china.
Desde 1951, año de la invasión del Tibet por parte de tropas chinas, las autoridades han incentivado la emigración "interior" a esa región montañosa. ¿El objetivo? Usar la demografía como arma contra los tibetanos. Hoy en día, Lhasa tiene un 80% de su extensión dominada por barrios y comercios no tibetanos.
En su propia casa, los chinos también tienen mucho de lo que avergonzarse.
En Junio de 1989, los estudiantes que pedían pacíficamente democracia en la Plaza de
Tiananmen recibieron la respuesta comunista en forma de tanques y disparos. Se calculan en cientos los muertos y en miles los desaparecidos y torturados. El Gobierno chino niega esas cifras pero no permite investigar las suyas, muy inferiores en víctimas.
Según la ONG Centro sobre los Derechos de la Vivienda y los Desalojos, vinculada a la ONU, desde que Pekín ganó la candidatura olímpica en 2001, más de 1,5 millones de personas han sido desalojados para dejar paso a las obras olímpicas.
En China se
censuran páginas de Internet de periódicos, foros, blogs, medios de comunicación y organizaciones pacifistas. La única noticia es la que emite, aprueba y supervisa el Gobierno.
En Birmania, en 1988, más de 3.000 personas murieron por los disparos de los soldados, a los que se ordenó abrir fuego contra los civiles desarmados que pedían reformas democráticas al Gobierno.
Desde entonces, China ha sido el principal
suministrador de armamento a la dictadura del General Than Shwe con más de 2000 millones de dólares en carros de combate, vehículos acorazados, aviones, patrulleras, armas ligeras y equipo logístico y de transporte, así como consejeros militares.
Merced al apoyo chino, el régimen comunista birmano ha cuadruplicado el tamaño de sus fuerzas armadas, hasta llegar a 450.000 efectivos, incluyendo aproximadamente a
70.000 niños soldados. Ha destruido u obligado a abandonar más de 3000 pueblos en el este del país, más del doble de las que se han destruido en Darfur. Han provocado el éxodo de más de 1,5 millones de personas, refugiados en paises vecinos o escondidos en la jungla.
A cambio de su apoyo, activo y pasivo (la política de China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es negarse a cualquier resolución contra Birmania), se le ha vendido 180 mil millones de metros cúbicos de gas natural durante los próximos 20 años a un precio inferior al que ofertaba India y por debajo del de mercado. Mientras tanto, en el interior de Birmania se multiplicaba por cinco el precio del gas natural y se doblaba el precio de la gasolina y el diesel. Y más de la mitad de los birmanos sólo tiene
un dólar al día para vivir.
La única forma de hacer negocios en Birmania es hacerlos con la Junta Militar. La Heritage Foundation, en su Índice de Libertad Económica de 2007, colocaba a Birmania como la quinta economía
más represora del mundo, por detrás sólo de Corea del Norte, Libia, Cuba y Zimbawe. La economía centralizada y controlada, asegura que sólo los líderes militares y sus lacayos se beneficien del comercio y las inversiones (China representa el 31% de las importaciones de Birmania). China está involucrada en más de 62 proyectos hidráulicos, petrolíferos, de gas o mineros en el país, sin preocuparse por la destrucción de tierra, los trabajos forzados o las cuestiones medioambientales.
China es el único país del mundo que se niega a apoyar el llamamiento del Secretario General de la ONU para que se libere a Aung San Suu Kyi, ¡la única
Premio Nobel de la Paz encarcelada!.
¿No te parece que hay suficientes razones?
¿A quién apoyas tú?
Webs,
US Campaign for Burma (inglés),
Amnistía Internacional, sobre China (español)