Las 20:28, hace media hora que salimos de Melbourne a bordo del “Spirit of Tasmania”, una auténtica ciudad flotante con sus restaurantes, bares, discoteca, casino, sala de juegos, cine, guardería, oficina de turismo, tiendas y quioscos de internet. Para este exótico crucero nocturno por el estrecho de Bass, nosotros, por supuesto, hemos decidido viajar en clase Business. Como reyes, oiga.
Toda una vida esperando decir una frase así, pero para qué vamos a engañarnos. En este ferri, la clase Business es la de los pobres, la de los que han aprovechado la oferta de mitad precio, la de los que en caso de titánica emergencia no habrán visto el vídeo de procedimientos de evacuación, la de los que no usarán ninguna de las 222 cabinas disponibles y se autosatisfarán reclinando sus asientos. Comodísimos, eso sí.
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Aprovechando que la travesía es larga y que el Junior está aparentemente entretenido con su guía Lonely Planet, os contaré mis impresiones de la Isla Sur. Obviamente, no me refiero a Tasmania, que aún no conocemos, sino a Nueva Zelanda.
Contrariamente a José, que os rindió detallada cuenta de sus aventuras por la Isla Norte, yo voy a ser bastante más sucinta. Y es que si os contara todos los pormenores de nuestra ruta diaria, iba a repetirme mucho. Tres semanas de admirativas exclamaciones y silenciosos éxtasis. Cada día, un nuevo paisaje de infinita belleza. Carreteras zigzagueantes abriéndose camino entre gigantescos helechos, bosques en los que apenas se filtra la luz, ríos de agua cristalina, lagos como espejos en los que se admiran sus Altezas las montañas, arrecifes escarpados, infinitas llanuras de turba, infinitas llanuras de pasto, infinitas llanuras de arena y mar.
Contrariamente a José, que os rindió detallada cuenta de sus aventuras por la Isla Norte, yo voy a ser bastante más sucinta. Y es que si os contara todos los pormenores de nuestra ruta diaria, iba a repetirme mucho. Tres semanas de admirativas exclamaciones y silenciosos éxtasis. Cada día, un nuevo paisaje de infinita belleza. Carreteras zigzagueantes abriéndose camino entre gigantescos helechos, bosques en los que apenas se filtra la luz, ríos de agua cristalina, lagos como espejos en los que se admiran sus Altezas las montañas, arrecifes escarpados, infinitas llanuras de turba, infinitas llanuras de pasto, infinitas llanuras de arena y mar.
Sin lugar a dudas, lo mejor de Nueva Zelanda son sus paisajes. Amén de éstos, he aquí mi pequeña lista de favoritos, en el más espontáneo desorden:
1. Hostales, la mejor relación calidad precio que he visto hasta ahora. Con la excepción del hostal de Haast, en el que afortunadamente sólo dormimos una noche (por los pelos escapamos al temporal de nieve en Haast, de habernos quedado atrapados allí, eso sí que hubiese sido una tragedia), la mayoría de hostales son cómodos y acogedores. El precio medio de habitación doble con baño compartido es de unos 60 dólares locales (unos 15 euros por persona). Las zonas comunes suelen ser amplias y en ellas se encuentran la televisión, mullidos sofás, cojines y pufs, estufas de leña, libros de segunda mano y juegos de sociedad. Las cocinas también suelen ser espaciosas y están mejor equipadas que las del plató televisivo del Arguiñano. Algunos hostales ofrecen desayuno gratuito, sopa gratuita, té y café gratuitos, spa gratuito... Si la palabra “gratis” ejerce sobre vosotros el mismo magnetismo que sobre nosotros (José ha acuñado un nuevo lema, con el que ya llevamos varios días riéndonos: “cheap is good, free is the best!”), os alegrará saber que en muchos hostales incluso es posible pernoctar sin pagar. Sí, sí, habéis leído bien. A cambio de un par de horas de trabajo (pasar la aspiradora, fregar platos, hacer camas, tender toallas y poco más, vamos que no es como para herniarse), puedes conseguir alojamiento gratis.
2. Spas, el mejor invento después del colchón. Para los que no estéis familiarizados con este genial concepto, los spas son unas bañeras redondas con jacuzzi, agua súper caliente y capacidad para unas cuatro personas. Una de las ventajas de recorrer Nueva Zelanda en invierno es la posibilidad de disfrutar de estos baños calientes, burbujeantes y al aire libre, que además son (no me cansaré nunca de repetirlo) gratisssss… Uno de mis mejores recuerdos: tras una gélida tarde de caminatas por los alrededores del glaciar Franz Josef, el merecido descanso, mis fatigados músculos relajados por el cálido hidromasaje, mientras contemplo unos picos nevados y se me va abriendo el apetito, pensando en esa sabrosísima sopita gratisssss… Ah, si no fuera por estos pequeños placeres…
3. Azul, el de los glaciares. Mientras José escalaba paredes de hielo, yo, que soy poco adepta al esfuerzo físico (vaya, si no lo llego a decir, nunca lo hubieseis adivinado), opté por sobrevolar el glaciar Franz Josef en helicóptero y hacer un pequeño trek de dos horas por el hielo. La excursión es carilla (unos 170 euros), pero merece la pena. No me hubiese importado pagar un poco más por disfrutar de un vuelo escénico más largo, porque el paseo en helicóptero, valga la redundancia, se me pasó volando. No tengo palabras para describir la belleza de un paisaje de hielo, ni siquiera las fotos le hacen justicia.
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4. WOW, el mejor museo de Nelson. El “World Of Wearable Art Museum” ofrece dos exhibiciones permanentes, la de coches antiguos y la de extravagantes creaciones de alta costura. Un auténtico derroche de imaginación y genialidad. No paséis por Nelson sin visitar este museo.
5. Shantytown, la ciudad del pasado. Saliendo de Greymouth, fuimos a visitar esta reproducción de una ciudad minera del siglo XIX. Nos tiramos una mañana entera visitando sus instalaciones, las pequeñas boutiques, la oficina de correos y telégrafos, el banco, la barbería, la cárcel, el hospital, la iglesia, la estación… incluso hicimos un pequeño recorrido subidos a un tren de vapor. Lo pasamos como niños.
6. Puzzling World, el museo de las falsas impresiones. Aquí también lo pasamos como niños. De los tres museos que visitamos en Wanaka, éste, sin lugar a dudas, fue el más divertido. Sorprendente engaño de los sentidos, cuya percepción llega incluso a desafiar la ley de la gravedad. .
7. Las galletas Tim Tam, que son australianas, pero que descubrimos en Motueka. Estamos literalmente enganchados a las Tim Tam (y a todas las demás galletas de la casa Arnott´s), con un consumo medio de paquete diario. Y eso que no son gratisssss…
(Escrito por ella desde el “Espíritu de Tasmania”, Australia, 06/07/07)
3 comentarios:
La verdad es que estoy muy enganchado leyendo este blog.. siempre entro a fijarme si postearon algo nuevo!
Que suerte que tienen de poder hacer el viaje que estan haciendo, los envidio (sanamente eh!).
Soy argentino.. y tengo muchas ganas de conocer Nueva Zelanda este verano que se viene, pero es dificil para nosotros, sabran que nuestra moneda vale 4 veces menos que el euro.. y por 3 pesos argentinos nos dan apenas 1 dolar americano..
Lo que queria preguntarles es si saben, o han oido algun comentario de si es posible en verano conseguir algun trabajo temporario por alli.. (mi intencion era ir a Auckland o a Napier con un amigo) nos comentaron que en la cosecha de manzanas siempre buscan jovenes para trabajar durante el verano.. y queria saber si uds han escuchado algo de eso y si es verdad..
Apreciaria mucho su ayuda.. y espero seguir leyendo de su viaje.. muchas de las paginas que ponen aqui en su blog son muy interesantes y espero que me sirvan en un futuro.
Saludos desde la capital argentina!
Juan Ignacio
Hola Juan Ignacio, muchas gracias por tu comentario.
No sé si puedo ayudarte mucho en cuanto a información sobre trabajo en NZ. Durante nuestro viaje cruzamos a muchos argentinos (tambien algun brasilero) que hablaban (con mucho optimismo) de buscar trabajo. Tambien conocimos a una chica argentina que llevaba casi un año trabajando en Auckland (aunque no se me ocurrio preguntarle en qué, menudo fallo).
Imagino que cuando tanta gente viene aquí buscando trabajo, debe de ser posible encontrarlo.
Me consta que conseguir visado laboral es mas facil en NZ que en Australia y te lo conceden por dos años en lugar de uno. Tal vez deberías consultar algún organismo oficial de NZ, hablar con representantes de la embajada o consulado.
Te deseo que te animes a probar suerte, seguro que no te arrepentiras!
Saludos,Isa
Hola Juan Ignacio,
Muchas gracias por tus amables palabras, espero que ningun amigo tuyo psicoanalista te haga cambiar de opinion y dejes de frecuentar nuestro rincon en la blogosfera ;)
Respecto a tu pregunta, yo conoci a un argentino en Welly (Wellington) que llevaba alli unas semanas buscando trabajo pero el lo hacia, sin demasiada fortuna, para empleo de "oficina". Lo que tu me comentas de trabajos agricolas creo que es posible porque en cada hostel en el que paraba me he encontrado algun folleto relativo a "Farm Stay" o similar. Prueba a "googlear": farm work new zealand o algo similar (me temo que no tengo encima la guia LP de Nueva Zelanda).
E informate tambien sobre el tema de la VISA, yo la obtuve automaticamente en el aeropuerto pero como Argentina no esta en la Union Europea :) igual tiene un convenio o condiciones distintas.
Resumiendo: si, se puede trabajar en granjas en Nueva Zelanda!
Un saludo (aunque temo no haberte ayudado mucho)
Jose
(la parte asturiana y masculina de "El y Ella")
(escrito por el desde Adelaide, NZ, el 24/07/07)
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