Confirmado, nos quedamos en Nueva Zelanda. Es más, a este paso, nos compramos una casa en Wanaka...
Ayer cancelamos nuestro vuelo a Christchurch, pues estaba cada vez más claro que ni de milagro íbamos a llegar al aeropuerto para las 7:00 am de mañana. Las carreteras siguen cortadas y, aunque algunos tramos van siendo despejados e intermitentemente abiertos, nos han recomendado no ir a ninguna parte “durante un par de días” (esperamos que un par de días sean dos días y no una forma de hablar).
Bueno, al mal tiempo, buena cara. Para subirnos un poco la moral después de una pésima noche (los mochileros con los que compartíamos pasillo, baño y cocina optaron por subirse la moral a base de cervezas, con lo que la noche fue ruidosa y meona… y nosotros, por supuesto, en la habitación número uno, ésa que se encuentra pegada a los servicios y que no está insonorizada), decidimos ofrecernos un pequeño lujo. Dejamos el albergue de mochileros por el motelito de enfrente, tan cerquita que ahora mismo, desde donde estoy sentada, alcanzo a ver las juveniles espinillas de sus caras resacosas (juventud, juventud, divino incordio).
Por cinco euros más cada uno, estamos como reyes. Habitación con tele, nevera y cuarto de baño privado (detalle importante, porque en el hostal mochilero teníamos que salir a la calle para llegar a las duchas, cosa que por supuesto no hicimos… creo que si llegamos a quedarnos allí un día más, la dirección hubiese tenido que llamar a los bomberos por aquello del dudoso tufillo que empezaba a irradiar la habitación número uno, ya sabéis, ésa que se encuentra pegada a los servicios y que no está insonorizada). ¿Por dónde iba? Ah sí, baño privado, inmensa cocina prácticamente para nosotros solos y, lo mejor, una “sunroom” (sala con amplios ventanales en tres laterales) transformada en acogedora salita. José está ahora mismo tumbado en el sofá, junto a la estufita, mirando la tele. Como Perico por su casa.
Así que no nos vamos a quejar, peor podríamos estar. Claro que como no abran pronto las carreteras, la cosa puede ponerse fea. Hoy en el súper, vimos cómo los artículos de primera necesidad empezaban a agotarse. Se nos han acabado el pan y las cebollas. Bueno, mientras haya carne, todo va bien… pero como empiece a escasear, no sé yo qué va a pasar aquí… que yo soy muy carnívora y, según palabras textuales del Junior, tengo “la boca llena de dientes”. Creo que sospecha, dice que le miro raro, así como con deseo, la mirada ardiente, los colmillos largos y afilados…
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PD: José está aprovechando nuestra desesperada coyuntura para “ponerse al día”, como a él gusta decir. Creo que ya lleva algo así como cinco textos escritos sobre Nueva Zelanda, con el habitual lujo de detalles. Los subirá al blog próximamente, todos juntos y de golpe. Con que estad preparados, que de repente os va a caer encima una avalancha de texto.
(Escrito por ella desde Wanaka, Nueva Zelanda, 23/06/07)
2 comentarios:
Me alegro de su (de ustedes) supervivencia. PAra próximas aventuras automovilísticas, no duden en alquilar un Peyot y se ahorrarán imprevistos. Un abrazo fuerte desde los altos imaginarios de Muncó, y sigan poniendonos al día.
Buenas noches, mi querido vendedor de triciclos,
Sepa usted que con el mero desembolso de una sustancial suma de dinero, hemos adquirido unas impresionantes cadenas que nos han permitido dejarlas en el maletero sin usar durante el viaje de Wanaka a Queenstown. Dudo mucho de que un Pello' hubiera sido la mitad de efectivo.
Si tiene algo de lo que presumir, sorprendame.
Un fuerte abrazo a usted y a quienes usted sabe pero que por confidencialidad no nombro (Noe, Chus, Kiko)
Suyo siempre incordiando,
Jose
(escrito desde Christchurch, NZ, 27/06/07)
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